domingo, 17 de marzo de 2013

IDENTIDAD Y LIBERTAD


Si intentamos comparar nuestra "identidad no-digital" y nuestra "identidad digital" una de las cosas que más me preocupan es la extensión de cada una y su relación con la libertad individual.
Nuestra "identidad no-digital" posee algunos aspectos que tienen que ver con la naturaleza, como quiénes forman nuestra familia  o nuestra fecha de nacimiento y otros aspectos que los vamos generando a lo largo de nuestra vida, como los estudios que realizamos, las personas con las que nos relacionamos o nos emparejamos, los lugares a los que viajamos o las empresas en las que trabajamos. Nuestra "identidad digital" podría estar compuesta por aspectos parecidos, exceptuando los relativos a la naturaleza.
Se podría decir que la "identidad no-digital" está bastante protegida, somos celosos con su utilización, e incluso las leyes existentes favorecen su privacidad. Nuestra reputación es algo que podemos cuidar e incluso hacer cuidar.
¿Qué pasa con nuestra "identidad digital"? ¿Sabemos para qué sirve nuestra "identidad digital"? El desarrollo de las TIC, los servicios de Internet  y la web 2.0 han ido creando una identidad que vale dinero. Estas herramientas van generando una identidad que casi siempre estamos obligados a declarar si queremos usar unos servicios, supuestamente gratuitos. Sin embargo, esa identidad muestra nuestras aficiones, nuestras relaciones o nuestro trabajo  y las plataformas de servicios de Internet comercian con esos datos y, en general, pienso que no se es consciente de hasta qué punto se maneja esa información. Sí que existe legislación que limita el manejo de esa información, ¿pero somos conscientes de que existe? Por eso, pienso que somos menos libres y, además, parece que no nos importa, o estamos dispuestos a sacrificar la libertad por el acceso a servicios. 


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